lunes, 4 de mayo de 2009

La inundación.

Corría el año 1996, aproximadamente, cuando nos marchamos de excursión de fin de curso Ángel y yo.

En una de las noches de juerga de aquella excursión, llegamos a nuestra habitación, y decidimos que era muy tarde para hacer botellón, ya que llegabamos de juerga, por lo que decidimos dormir.

En la habitación de al lado, teníamos a unos compañeros de instituto, eran la flor y nata, uno era recatado, estudioso, no salía nunca, el otro, bueno, otro juerguista.

Estabamos abriendo los sobres, cuando sentimos los pasos por el pasillo, del chaval juerguista de la habitación de al lado, y cómo golpeaba su puerta, mientras decía "Pedro, abreme". "Que nó Julián, que vienes borracho" (se oía desde el interior).

Tras varios intentos, y el descojone que teníamos en nuestra habitación, se oyeron aquellos pasos hacia nuestra puerta, y un momento después, tras un toque en la misma se escuchó "chicos, abridme que tengo que ir al baño, y Pedrito...".

Dicho y hecho, abrimos al chaval, que pasó al baño y nos dispusimos a dormir.

Una hora más tarde, empezaron a aporrear nuestra puerta, era Jacinta, una amiga de la excursión "Toni, Angel, abridme que os estais inundando". Jacin, tia, ya está bien la broma, vete a dormir", replicamos nosotros. "Chicos, que os estaís hundiendo". "Jacin, vete ya".

Como la psicología femenina es así, Jacin optó por apretar al más debil "Toni, abreme que tengo que hablar contigo". "Que no, que no quiero el cupón de la once" - contesté yo. "Toni, abreme un momento, sólo un poco". "Venga, que te abro".

Un frio intenso recorrió mi cuerpo cuando bajé los piés de la cama, sentí un "chofff", encendí la luz y ví como diez centímetros de agua... "Angel, levantante que nos hundimos. "Venga tío, vete al pijo" - Contestó él. "Angel, que esto es el titanic y...., acto seguido, Ángel bajó un pié de la cama, y tras el correspondiente choffff, replicó "Me cago en Satanás Bombero y en el rabo del perro de San Roque y....".

La sorpresa vino, cuando pasamos al baño, y vimos al chaval de la habitación de al lado, dormido, sentado en la taza, y por muy increible que parezca, el agua le salía a borbotones de entre sus partes nobles...

Al día siguiente, una gran mancha de humedad había en el hotel, las moquetas estaban mojadas, y nosotros asustados, pero Ángel, haciendo gala de su valor, fué al recepcionista "Esto es indignante, nos han colocado un inodoro en mal estado, y hemos sufrido una inundación que por su culpa...".

Cuando volvimos al hotel, habían cambiado el inodoro entero.

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